sábado, 8 de mayo de 2021

SOBRE EL MAR.


SOBRE EL MAR.

Mayo del 2021.

  Pensando en sus pasajeros, como debe de ser, el capitán Ludwig recomendó salir el día 2 en la tarde.  El oleaje previsto para el día 3 iba a hacer sufrir a l@s noveles mariner@s más de la cuenta.  Por eso el capitán propuso adelantar la salida para las 1600 horas del segundo día del quinto mes.

  El Subcomandante Insurgente Moisés le escuchó con atención y estuvo de acuerdo.  Así que, ahora que se acostumbra usar la palabra “histórico” para cualquier cosa, es la primera vez que el zapatismo realiza algo programado antes de lo anunciado (por lo regular nos colgamos y empezamos tarde).  Ergo: es algo histórico en el zapatismo.

  Salió entonces el Escuadrón 421 a las 16:11:30 del día 2 de mayo del año 2021.  Aquí les presentamos dos informes distintos sobre el mismo tramo de navegación.

Informe del Escuadrón 421 al Alto Mando Zapatista:
Itinerario del navío La Montaña.  Las horas están dadas en la hora oficial de la Ciudad de México, México (UTC -5).

Día 2 de mayo del 2021.  A las 16:11:30, La Montaña inició su travesía a una velocidad aproximada de 4 nudos (1 nudo = 1.852 km/h).  A las 16:21:30 tomó rumbo sur sureste y, a las 17:23:04, La Montaña inició una suave curva hacia el oriente.  A las 17:24:13 comenzó las maniobras para desplegar todo su velamen.  La tripulación, con el apoyo del Escuadrón 421, fue izando las velas.  A las 17:34 continuó el viraje y enfiló hacia el Este.  Completó la curva a las 17:41, teniendo al norte la punta sur de Isla Mujeres.  A esa hora tomó rumbo Noreste, en dirección al Primer territorio libre de América: Cuba.  Con el viento a su favor, La Montaña mantuvo velocidades entre los 8 y 9 nudos.  A las 23:01, al entrar al llamado “Canal de Yucatán”, su velocidad era de 6 nudos.

3 de mayo.  Madrugada.
A las 01:42 con velocidad de 8 nudos, La Montaña se acerca a las costas de Cuba.  Referencia: el Cabo de San Antonio.  A las 08:18:00, a unas millas al sur del Faro Roncali, pone rumbo al sureste.  Velocidad: 5 nudos.  A las 10:35:30 da un giro al Nor-norEste.  La velocidad sube a 7 y 8 nudos y ráfagas de viento maltratan el velamen.  A unas millas al suroeste de Cabo Corrientes, el Capitán decide entrar a la bahía del mismo nombre.  A las 13:55 bordea, por la izquierda, Punta Caimán.  El 3 de mayo, a las 14:25:15, el Capitán decide fondear frente al poblado cubano llamado “María la Gorda”; latitud 21.8225; longitud: 84.4987; para reparar el velamen afectado y esperar a que el viento amaine.

  El día 4 de mayo del 2021, a las 16:55:30, La Montaña reinicia su navegar, ahora con rumbo Oeste-SurOeste, con velocidad de 6 nudos.  A las 17:45:30, a la altura del Cabo Corrientes, toma rumbo Sur-Sureste.  A las 19:05:30 gira para enrumbar al Este-Noreste.

  A las 00:16:15 del 5 de mayo, La Montaña navega a 7-8 nudos.  A las 04:56:30, teniendo al norte Cayo Real Cayo del Perro, el motovelero enrumba a Sur-Sureste.  Frente a la costa occidental de la Isla de la Juventud, dibuja dos “Z” sucesivas y a las 12:07:00 navega en paralelo a la costa sur de la mencionada isla, con 5 nudos y en dirección Este.  El último reporte recibido es de las 23:16:45 del 5 de mayo: 6-7 nudos con dirección al Este.  Se dirige hacia la ciudad y puerto cubano de Cienfuegos, para llegar ahí en el transcurso del día 6 de mayo.

  En Cienfuegos, La Montaña habrá de repostar y estacionarse algunos días, para luego seguir su viaje.  Se reporta que el Escuadrón 421, en su totalidad, se encuentra bien y adaptándose.  Sin “gómitos” y sólo mareos leves.

Es todo por ahora.

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Relato enviado por un ser extraordinariamente parecido a un escarabajo -que viaja de polizón en La Montaña-.  Los miembros de la tripulación han probado de todo para capturarlo.  No lo han logrado.  Las veces que han conseguido acorralarlo, el bichito les embruja con cuentos y leyendas de cosas terribles y maravillosas, historias ocurridas y por acontecer.  Cuando la tripulación sale del trance, el escarabajo ha vuelto a la Cofa del navío y, desde ahí, declama poemas en varios idiomas, grita amenazas y maldiciones, y desafía a la Hidra con un mondadientes como lanza y una tapa de plástico de algún frasco como escudo.  Aquí la narración:

  “Más que navegar, La Montaña parece bailar al mar.  Como en un largo y apasionado beso, se despegó del puerto y se dirigió a un destino incierto, pleno de retos, desafíos, amenazas y no poco contratiempos.

   Una cumbia le acompaña, le marca el paso y la distancia.  Un sol asombrado se detiene, para mejor mirar las caderas por el ritmo convocadas.  La luna, pálida de envidia y rabia, pierde el paso con el último y sensual agitar de palmas.

   Un viento lascivo, sátiro de nubes y ráfagas, perseguía a La Montaña, embobado por el vaivén de la popa.  La cumbia nada hacía por atenuar deseos y ansias, y más les alentaba y así les crecía y aumentaba.  Torpe y apresurado, como amante novicio, arriesgó el viento, erizado de lujuria, un manotazo.  Rasgó así las velas, trigueñas a fuerza de sal y agua, con las que la nave guardaba su preciada carga.

   Pudorosa, La Montaña, buscó recaudo y discreción para remendar sus ropas.  Y así reflexionaba: “El viento ha de aprender que el apetito y las ansias, mutuos han de ser, o atraco serán y no amor, que así le llaman”.

   Aliñada ya, La Montaña retomó rumbo y misión, no sin antes reconvenir a un viento que, apenado, con sigilo y cortedad le sigue ahora, pero que, con porfía marina, así le colma de requiebros:

   Que se despoje del pudor, le ruega.  Que el velamen desfallezca y que desnuda se muestre aunque su luz la mirada hiera, suplica.  Que la desnudez no peca si con otra desnudez se cubre, argumenta.

   La Montaña, digna y altiva, no cede.  Firme y tierna le rechaza.  “Ni aunque repose en puerto y en puerto me rehaga”, ha dicho La Montaña.  Y con la proa señala y dice: “Mirad esa otra isla que nuestra esperanza columbra y Cuba le llaman.  A esas montañas saludan, desde esta Montaña, seres anacrónicos cuyo desafío presente, caminos de mar andan”.

   E, irritada, la embarcación al viento impertinente regaña.  Que se deje de hurgar bajo las naguas, que para desanudar el deseo a veces una mirada basta.  El viento guardó recato entonces, pero no escatimó suspiros que el andar del navío mejoraban.

   Y así navega La Montaña, le sigue el viento prometiendo madrugadas.

   Al oriente, la espera crece y, con ella, la esperanza.

Firma: Don Durito de La Lacandona, aka “Black Shield”, aka “Durito”, aka “Nabucodonosor”, aka “Escarabajo Impertinente”, aka “Desfacedor de Entuertos”, aka “el grande, que digo ‘grande’, el gigante, el maravilloso, el superlativo, el hiper-mega-plus, el supercalifragilísticoespialidoso, el único, el inigualable, él. ÉL, ¡Don Durito de La Lacandona!”, aka (siguen varios tomos de la enciclopedia de atributos del “más grande de los andantes caballeros” –la mayoría de ellos, elaborados por el susodicho-).

Y agrega una posdata lejana del lejano y finado SupMarcos: “La esperanza es como una galleta: de nada sirve si uno no la tiene dentro”.

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  Por mi parte, me deslindo de todo lo anterior.  Especialmente del informe del bichito.

Vale.  Salud y que embarcación y vientos a la misión se allanen.

El SupGaleano tallando la cumbia como si la navegara.
Planeta Tierra.
Mayo del 2021.

 


«Viento en espiral», composición de Jesús G. Camacho Jurado. Interpretado por PsiqueSon.


“Cumbia sobre el mar”: letra y música de Rafael David Mejía Romani. Interpreta: Quantic, Flowering Inferno.

El Abordaje.

 Del cuaderno de apuntes del Gato-Perro:

El Abordaje.

  La Montaña fue abordada el día 30 de abril del 2021, siendo las tales horas.  El navío se encontraba fondeado a unas 50 brazas del puerto, “alejado del bullicio/ y la falsa sociedad”.  Revoloteaban a su alrededor gaviotas reidoras, cormoranes, fragatas tijeretas, corocoros, y hasta un colibrí cándido, extraviado, buscaba hacer nido en el púlpito de proa.  En la carena, bajo la línea de flotación, delfines botella tamborileaban una cumbia, un tiburón ballena llevaba el ritmo con sus aletas y la manta raya extendía sus alas negras como caderas volando.

  El grupo bucanero iba encabezado por el Subcomandante Insurgente Moisés quien, con una tropa formada por una insurgenta tercia, un insurgente choferólogo y mecánico, un base choferólogo, 5 terci@s, una comandanta y dos comandantes, asistía para despedir a la delegación marítima, el Escuadrón 421, y comprobar, in situ, que la embarcación reunía lo necesario para la epopeya náutica.  Un equipo de apoyo de la Comisión Sexta asistía para redactar las esquelas de los caídos en la acción.

  No hubo resistencia por parte de la tripulación.  De hecho, desde antes el capitán había ordenado izar, a modo de trinquete, una gran manta con la imagen que identifica a la delegación marítima zapatista, sumando así a La Montaña, con toda la tripulación incluida, a la lucha por la vida.  Con la arboladura desnuda, más lucía e impetuoso centelleaba el símbolo del delirio zapatista.

  Así que, digamos, fue un abordaje consensuado.  No hubo ningún intento agresivo por parte de la tropa zapatista, ni de la marinería anfitriona.  Y se podría decir que entre nosotros y l@s mariner@s de La Montaña había una especie de complicidad.  Aunque, en el primer encuentro, ell@s estaban tan sorprendidos como nosotros.

  Y hubiéramos permanecido ahí, mirándonos unos a otros e inmóviles, si no es porque, avanzando desde popa, un insecto extraordinariamente parecido a un escarabajo, gritó: “¡Al Abordaje! ¡Si son muchos, corremos! ¡Si son pocos, nos escondemos! Y si no hay nadie, ¡adelante que para morir nacimos!”.  Eso fue lo que decidió todo.  La tripulación miraba estupefacta al bichito y nosotros… pues no sabíamos si pedir disculpas por la irrupción, o sumarnos al ataque pirata.

  El Subcomandante Insurgente Moisés creyó que era el momento oportuno para las presentaciones, así que dijo: “Buenas Tardes.  Yo me llamo Moisés, Subcomandante Insurgente Moisés, y ellas son…”  Al girarse para presentar a la tropa, el SubMoy se dio cuenta de que no estaba nadie.

  Cada quien estaba recorriendo el barco con mal disimuladas muestras de júbilo y entusiasmo: las compañeras delegadas, cual reinas del Caribe, saludaban desde babor a las embarcaciones llenas de turistas que las miraban con curiosidad y escándalo, tal vez extrañadas de que, con este calor, las compas llevaran naguas largas.  Sobre todo porque las turistas llevaban unos bikinis que, de una vez, bien encueradas, no se puede creer.  Marijose se fue a proa y desde ahí contemplaba la casa de Ixchel, y pensaba para sí que no se pondría sus híper ultra mini shorts, porque no era cosa de humillar a las ciudadanas en el rubro de la sensualité.

  Los comandantes David y Hortensia daban las últimas recomendaciones a una Lupita con una sonrisa que le desbordaba el cubre bocas.  El comandante Zebedeo se repetía a sí mismo: “no me voy a marear, no me voy a marear”, que es el antiemético que le recomendó el SupGaleano.

  L@s tercios (4 varones, una compa y una insurgenta), por su parte, tomaban fotos y videos de todo,  Y cuando digo “de todo”, es de todo.  Así que no se extrañen si en las fotos aparecen sólo claraboyas, cabos, la cadena del ancla, molinete, orinque, lonas, cubetas para achicar el agua, y otras cosas propias de un buque que se dispone a cruzar el Atlántico en la muy noble misión de invadir, quiero decir, conquistar, quiero decir, visitar Europa.

  El Marcelino y el Monarca preguntaron por el cuarto de máquinas y, no sé de dónde, sacaron una caja de herramientas y, con pinzas y desarmadores, se dirigieron a donde ellos consideraban que debería estar el motor porque, le explicaron a un capitán atónito, por el sonido se deducía que necesitaba afinación.  Bernal y Felipe (relevo de Darío –que hubo de quedarse en tierra para el pasaporte de sus crías-, 49 años, originario Tzeltal; habla con fluidez el tzeltal y la castilla; padre de 4 –el mayor de 23 y el menor de 13 años-; ha sido miliciano, sargento, responsable local, concejo autónomo en MAREZ, junta de buen gobierno, maestro de la escuelita y chofer; música que le gusta: románticas, rancheras, banda, cumbias, revolucionarias; colores favoritos: negro, azul y gris; se preparó 6 meses como delegado; voluntario para viajar en barco si algún@ no podía; experiencia marítima: nula), se sumaron al equipo mecánico zapatista (no fuera a ser que, en altamar, se necesitaran reparaciones).

  La tripulación de La Montaña, una vez que se recuperó del desconcierto de un abordaje tan otro, se distribuyó estratégicamente en cubierta, previendo que la exaltación zapatista diera con uno de nosotros en el mar.

  Si así hubiera sucedido, íbamos preparados, no se crean.  Debido a la composición de la delegación, la noche anterior se discutió cómo se debería gritar si es que eso sucediera: “hombre al agua” o “mujer al agua” u “otroa al agua” o “tercio al agua” o “choferólogo al agua” o “escarabajo al agua”, y así.  El problema era que, para saber qué gritar, el SubMoy debía primero pasar lista y ver quién faltaba, y, entonces sí, dar la orden de “pánico a sotavento” (que la delegación había practicado hasta la perfección en el Centro de Adiestramiento, área de Naufragios y Hundimientos) para que tod@s gritaran.  Como los segundos que se perderían (en realidad, en las prácticas eran largos minutos) podrían ser decisivos, se decidió que se gritara “¡Zapatista al agua!”.  No paso tal, lo que libró al grupo corsario maya (permiso en regla en las Juntas de Buen Gobierno zapatistas), de burlas y escarnios a su costa, en el Bar de la Mota Negra, en Copenhague, Dinamarca.

  La tripulación no tardó en contagiarse del entusiasmo zapatista y, no obstante ser mariner@s ya con años en las aguas del océano, veían de nuevo, ahora a través de la mirada zapatista, un mar que, calmo, celebraba tan inesperada visita, resignado como estaba antes a la impertinencia de turistas de todo el mundo.  El capitán de la embarcación llevó al SubMoy a la zona de gobierno y lo puso al timón, mientras l@s terci@s tomaban fotos… del agua (así que habrá muchas fotos de un mar vacío de interrupciones).

  La delegación marítima zapatista, el escuadrón 421 propiamente dicho, por su parte, pasaba del entusiasmo a la precaución y atiborraba a la tripulación con preguntas sensatas: “Y si cae un rayo y se rompe el barco, ¿qué hacemos?”  “Y si se abre un hoyo y se va toda el agua de una vez, ¿vamos a tener qué caminar?”  “¿Y ustedes cómo le hacen para comer si no tienen dónde hacer milpa?”  “¿Y cómo lo sabe el viento que vamos para allá?”  “¿Y dónde duerme el mar si tiene sueño?” “Y si se pone triste su corazón del mar, ¿cómo hace para llorar?”  “¿De qué tamaño es el corazón para quererlo y cariñarlo al mar que es muy grande?” “Y así como nosotros defendemos la tierra, ¿hay quien lo defiende al mar?”

  Quienes forman la tripulación de La Montaña: el capitán Ludwig (Alemania), Edwin (Colombia), Gabriela (Alemania), Ete (Alemania) y Carl (Alemania), se miraban desconcertad@s y se decían a sí mismos: “In welche Schwierigkeiten bin ich geraten?” (menos Edwin, que pensaba en español: “Caramba, en qué lío me he metido”).

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  ¿Y el bichito?  Bueno, previendo que intentaran arrojarlo por la borda (no obstante “haber encabezado el abordaje con valentía, donaire y guapura sin igual” –así dijo él-), trepó hasta la cofa y, desde ahí, declamaba, con un gallego impecable:

Volverei, volverei á vida
cando rompa a luz nos cons
porque nós arrancamos todo o orgullo do mar,
non nos afundiremos nunca máis
que na túa memoria xa non hai volta atrás:
non nos humillaredes NUNCA MÁIS.

  Al oriente, muy lejos, las olas en las costas de Galicia repetían; “nunca máis

Doy fe.

El Gato-Perro.
Aún México, Mayo del 2021.

 

Música: Fragmento de «Aires Bucaneros». Letra del poeta Luis Palés Matos. Música: Roy Brown.


Música: Memoria da Noite. Letra: Xabier Cordal. Música: Bieito Romero. Interpreta: Luar Na Lubre, con la voces de Rosa Cedrón y el maestro Pedro Guerra.